Jordi Domènech ya era fotógrafo incluso cuando no ejercía. De ojo crítico y amplísima cultura visual, ha ejercido toda su vida profesional de director de arte, cerca de 20 años, dejando la fotografía en un ámbito más íntimo, como si con las imágenes construyera un cuaderno de bitácora vital.

Ese ojo, ese talento y esa curiosidad, para suerte de muchos, se centró hace diez años en la gastronomía: fotos de platos, de elaboraciones, de chefs, de restaurantes… pero también en la fotografía de producto, donde despliega con dominio de la técnica y la iluminación.

Un goce para los sentidos a todos los niveles, este fotógrafo traduce todo lo conocido y aprendido en imágenes de belleza y concreción.